19 octubre 2009

In memoriam

Me enteré de la noticia el sábado a primera hora de la mañana. Me había acostado feliz tras pasar la tarde del viernes dándole al chau chau con buenos amigos y al día siguiente tenía que madrugar. Cuando mi radio me despertó, escuché como empezaban a hablar de él. Y me descolocó para el resto del día. Mientras me duchaba, mientras me afeitaba, mientras me preparaba el desayuno, mientras iba en el autobús buscaba alguna explicación. Necesitaba saber más, pero no encontraba ninguna explicación y mi cabeza se llenaba de recuerdos que me hacían esbozar una sonrisa. Quizá ese sea el legado que deja en mí. Porque fueron muchas las sonrisas que logró dibujar en mi boca desde que le descubrí a mediados de los noventa.


Según avanzaba la mañana empecé a leer detalles de lo sucedido. Me dibujaban un escenario que no me cuadraba. Se insinuaban cosas que no encajaban con mi esquema mental. La gente me preguntaba y no sabía que contestar. Con el paso de las horas leí otros textos de gente que le conocía en persona. Sentidos. Desde lo más profundo. Y ya daban otras claves con más sentido. Puede que nunca llegue a saber qué le pasó, pero me da igual. Ya no tiene solución y nadie muere del todo mientras permanezca vivo en el recuerdo de alguien. Así que Andrés, jugón, tú seguirás vivo al menos hasta que los que disfrutamos de tus retransmisiones de madrugada sigamos en este mundo. Ahora estás algo más cerca de las estrellas. Gracias.

PD: De lo mucho que se ha escrito estos días sobre él, estos tres son los artículos que más me han gustado:


Tengo curiosidad por leer lo que pueda escribir A. Daimiel. Por su twitter sé que vive en un escalofrío contínuo y que continúa en shock.

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