17 junio 2009

Reflexiones a la vera de un anillo

Dos días despues, doy por concluída mi particular resaca post-anillo. Lo viví en el trabajo, con un ojo en mi tarea diaria y otra en un televisor con la retransmisión de Canal Plus. No recuerdo exactamente cuando me hice de los Lakers. Sí que fue por Magic y que fue en la década de los ochenta. Aún me acuerdo cómo me sentí cuando recibí una carta de Los Ángeles respondiendo a otra que les había enviado yo para pedirles un autógrafo o algo relacionado con el mítico 32. Desde entonces, he debido vivir no menos de media docena de títulos de púrpura y oro. Ninguno como el de este año.

En las horas posteriores he leído muchas de las cosas que se han publicado al respecto y algunas me han hecho pensar. Voy a poner tres ejemplos:

Iturriaga hablaba en El País de Fernando Martín y destacaba de él su afán de superación. Y decía que Gasol es heredero directo de ese espíritu. Estoy de acuerdo. El propio Pau decía con el título aún caliente que va a seguir rompiendo barreras. Eso es lo que le ha llevado hasta donde está. Sin eso, puedes tener más calidad que nadie, pero no serás nadie.

Pepu en El Mundo recordaba un poster de Kareem y Russell para evocar sus grandes duelos. Salaner le recordaba luego con cariño que no coincidieron en el tiempo. Pero es igual. Cambiando los nombres, la idea es la misma. Los grandes duelos contra grandes rivales son los que engrandecen a los jugadores. Y Pau lleva ya varias muescas en su revolver: Garnet, Nowitzki, ahora Howard… Y se está ganando el respeto de los mitos.

En Radio Marca, al bueno de Ramón Trecet se le saltaron las lágrimas. Le entiendo. A todos los que amamos el baloncesto se nos puso un nudo en la garganta y los pelos de punta al ver la victoria de los Lakers. Él también tiene parte de la bendita culpa de que el baloncesto cuajara en España tras el éxito del 84 y que generaciones como la de Gasol empezaran a jugar con el balón naranja.

Iba a añadir un cuarto comentario. Pero me lo guardo. No merece la pena mezclar en este artículo al inefable Juan Mora llamando –precisamente ahora- caprichosos a los Gasol, Calderón, Carlos Jiménez y Cía.

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