En el Eurobasket empezamos a notarlo y ahora lo confirmamos tanto en ACB como en Euroliga. Los árbitros tienen instrucciones de pitar como antideportivas cualquier falta para cortar el juego, sobre todo si es un contraataque.
Lo explica esta semana Juan Carlos Arteaga en Gigantes (por cierto, gran trabajo de Paco Torres con las entrevistas a todos los árbitros de la liga): "se trata de penalizar al infractor que comete faltas tácticas y sobre todo al que puede acabar lesionando a un rival. De lo que se trata es de no consentir que se hagan este tipo de faltas intimidatorias que lleven al atacante a pensárselo dos veces cuando encare de nuevo el aro si la primera vez se pasa por alto"
Sobre el papel suena bien. Proteger al atacante y, sobre todo, evitar lesiones. Pero en la práctica me chirría el nuevo criterio. O, mejor dicho, la aplicación estricta de una regla que -como también dice Arteaga- ya estaba escrita.
En lo que llevamos de temporada hemos visto demasiadas faltas antideportivas que consiguen el efecto contrario: perjudicar a los atacantes. Me explico. Si en un partido se pitan cinco antideportivas (intencionadas para los nostálgicos) al final lo que sucede es que el juego se ralentiza. Entre las protestas, los dos tiros libres y el saque de banda para el equipo atacante se pierde demasiado tiempo y desluce el espectáculo. Si se pitaran como simples faltas, muchas se solucionarían con un saque de banda o de fondo, o con tiros. Y a seguir jugando. Sin más.
Si no hay intención de lesionar a nadie ni es una falta violenta, no debería ser antideportiva. Si alguien sólo quiere cortar un contraataque, no debería ser antideportiva. El baloncesto es un deporte de contacto. ¿Es más peligroso un manotazo en el brazo en el centro del campo para parar un contraataque que los codos en la zona?
Si yo fuera la FIBA, me preocuparía más que se pitaran bien los tres segundos en la zona. De momento hay que felicitarse de que empiecen a pitar como dobles la forma de acompañar el balón de algunos supuestos "jugones". Poco a poco.
Sobre el papel suena bien. Proteger al atacante y, sobre todo, evitar lesiones. Pero en la práctica me chirría el nuevo criterio. O, mejor dicho, la aplicación estricta de una regla que -como también dice Arteaga- ya estaba escrita.
En lo que llevamos de temporada hemos visto demasiadas faltas antideportivas que consiguen el efecto contrario: perjudicar a los atacantes. Me explico. Si en un partido se pitan cinco antideportivas (intencionadas para los nostálgicos) al final lo que sucede es que el juego se ralentiza. Entre las protestas, los dos tiros libres y el saque de banda para el equipo atacante se pierde demasiado tiempo y desluce el espectáculo. Si se pitaran como simples faltas, muchas se solucionarían con un saque de banda o de fondo, o con tiros. Y a seguir jugando. Sin más.
Si no hay intención de lesionar a nadie ni es una falta violenta, no debería ser antideportiva. Si alguien sólo quiere cortar un contraataque, no debería ser antideportiva. El baloncesto es un deporte de contacto. ¿Es más peligroso un manotazo en el brazo en el centro del campo para parar un contraataque que los codos en la zona?
Si yo fuera la FIBA, me preocuparía más que se pitaran bien los tres segundos en la zona. De momento hay que felicitarse de que empiecen a pitar como dobles la forma de acompañar el balón de algunos supuestos "jugones". Poco a poco.
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