31 enero 2008

Baloncesto de verdad

¡Bullock! ¡Bullock! ¡Bullock! Todavía aúllan los ecos de los gritos de los 15.000 espectadores que han despedido al escolta del Madrid con reverencias después de que dinamitara en apenas un minuto un partido contra Panathinaikos que será difícil de olvidar en mucho tiempo.

Ha sido el broche perfecto a un encuentro jugado de poder a poder. El Madrid ha comenzado muy serio y fajador el primer cuarto, hasta escaparse nueve arriba. Pero Obradovic ha comenzado a ganarse el sueldo. Tiempo muerto, cuatro pequeños a cancha y 14 puntos en menos de tres minutos para llegar al final del primer cuarto con ventaja.


En el segundo, vuelta a empezar. El Madrid de nuevo peleando cada posesión. Defendiendo con todo, forzando faltas importantes (destacable labor aquí de Lázaros) y rozando la perfección en ataque. 33 puntos más para los blancos que se volvían a escapar. Al descanso, diez arriba. Pero Vistalegre no las tenía todas consigo. Sabía que los griegos no habían dicho la última palabra.

Tercer cuarto de intercambio constante de golpes (y no es sólo una metáfora. ¿Verdad Zizic?). El Panathinaikos que, poco a poco, lima las diferencias con la barrera psicológica colocada en los cinco de ventaja. Aparecen las primeras gotas del perfume de Raúl. Enfrente, Spanoulis toma el poder mientras Jasikevicius intenta entrar en el partido. Parcial de 18-21 y llega el cuarto definitivo con 71-64 para el Madrid.

Ha sido el cuarto el periodo más tenso. El equipo ateniense con el motor diésel lograba ponerse por delante mientras al Madrid parecía temblarle algo el pulso. Sólo Raúl se la jugaba sin miedo a fallar. Obradovic manda de nuevo los cuatro pequeños a la cancha y Batiste se come a Lázaros por velocidad. Plaza reacciona (quizá algo tarde) y coloca a Mumbrú de cuatro.

Y el bueno de Álex asume el protagonismo del último tiro. Busca la falta con una penetración, pero falla los dos tiros con cuatro segundos en el reloj. Balón para el Panathinaikos. Batiste recibe, se da la vuelta y no encuentra un compañero. Se la juega desde 8 metros. Falla. Prórroga. Entonces, Louis cogió su fúsil y hasta Obradovic le felicitó. Un genio decidió un auténtico partido de baloncesto.

***Artículo publicado también en bkball.net

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