17 agosto 2007

El crecimiento de Calderón

José Manuel Calderón no para de crecer. Y eso es una de las mejores cosas que se puede decir de un jugador profesional. Sin ambición no se pasa de ser mediocre o, como mucho, una eterna promesa de esas que todos tenemos en mente.

Recuerdo cuando jugaba en Fuenlabrada o en Alicante, cedido por el Tau de Querejeta y Salazar. Pertenecía por derecho propio a la generación de oro aunque una lesión le dejó fuera del Mundial Junior de Lisboa´99. Cuando daba sus primeros pasos en ACB, yo le comparaba con otro base (algún año mayor que Calderón) que físicamente se le parecía. Me refiero a Javi Rodríguez, que ahora regresa a la ACB en Manresa. Era un jugador que ha recibido incluso nominaciones como el mejor de la Jornada e incluso del mes. Llegó a debutar también con la selección española.

Ambos tenían un físico y un estilo de juego que a mí siempre me ha gustado, porque no era muy habitual en España. Algo parecido a Nacho Rodilla, pero con mejores condiciones. Sin embargo, Javi Rodríguez, con el paso de los años, sigue siendo un buen jugador. Calderón se ha convertido en un grandísimo base al que se le recordará dentro de muchos años. Y ha sido gracias a que cada año ha añadido algo más a su repertorio.

Cuando se fue de Europa tenía una personalidad arrolladora que impregnaba al resto del equipo, algo impagable en un base. Daba gusto verle sobre una cancha, metido siempre en el partido. Liderando, en el más amplio sentido de la palabra, a sus compañeros. Se había convertido además en un defensor incansable, gracias a sus privilegiadas piernas y a las horas de trabajo en Vitoria. Y se fue a la NBA.

Allí nos ha demostrado otras cualidades. Su inteligencia (que ya se le suponía) para adaptarse a un primer año duro en un equipo perdedor. Su humildad para seguir aprendiendo, (aprehendiendo) de todas las dificultades que se le pusieron en el camino. Y esta temporada, ha dado un salto más. Ya tiene también el respeto de sus compañeros y es el líder de Toronto cada vez que salta al campo. A partir de octubre, su reto será ganarse el respeto de toda la Liga, aunque yo creo que ya ha recorrido una parte de ese camino.

Con la selección española estamos comprobando además que a sus armas (defensa, liderazgo, piernas como rocas, penetraciones imparables, etc...) ha sumado un tiro en suspensión letal. Ya sea a cuatro-cinco metros del aro, o desde más allá del 6.25. Un nuevo recurso que le permite anotar cuando el equipo se atasca y necesita sus puntos. No es un base anotador (aunque podría serlo), pero ahora puede hacerte diez puntos seguidos en un par de minutos y dedicarse el resto del partido a conducir el equipo.

Calderón, en definitiva, sigue creciendo y eso le convierte ya para mí en uno de los bases míticos del baloncesto español. Estoy seguro de que pronto en la NBA se codeará con la élite de lo que allí llaman playmakers. Los Nash, Parker, Kidd y compañía. No tengo dudas de que trabajará lo que haga falta para subir los escalones que le queden para llegar a ese nivel.

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